viernes, 9 de septiembre de 2011

De Impuestos e (Ir)responsabilidad

Me pasa a menudo; empiezo queriendo hacer un comentario y me sigo como La Taravilla... No sé a bien qué pretendo con esto. Sólo quisiera guardarlo como artículo para venir a leerlo de vez en cuando, como algo de lo que se pueda estar medianamente orgulloso o simplemente a la mano en caso de emergencia.

Si yo tuviera la certeza en que mis impuestos serán bien aplicados; pagaría hasta 25% de IVA sin bronca. Sin embargo, cuando el pago de éstos van directo a la basura, es decir, cuando se utilizan para mantener partiduchos políticos, sindicatos charros, asquerosos burócratas que no hacen sino enriquecerse los muy cerdos arribistas; bonos y toda clase de gastos majaderos. Esto se siente como una una auténtica patada en los huevos en ayunas para la gente que diario salimos a ganarnos la vida.

Un amigo comentó que el peor 'pecado' de México eran sus gobernantes de mierda; pero yo opino que el 'gran pecado' de la sociedad mexicana (y de todo el tercer mundo en general) es la irresponsabilidad.
No obstante, como dicen las abuelitas: en el pecado llevamos la penitencia. Porque en lugar de que hoy el escándalo en los medios sea el que se paguemos más impuestos, en el fondo lo vergonzoso es que:

1. Por un lado, la irresponsabilidad para administrar estos recursos que ha sido desastrosa desde siempre y que es la primera en quedar en evidencia con cada crisis. Da igual que ésta nos 'haya venido de fuera' ¡¿Perdón?!... pero y ¿Por qué deberíamos extrañarnos?... Si precisamente la clase política de este país se encuentra fundada sobre el principio de 'traerla de fuera' todo el tiempo; pero para ensartarnos a todos los demás (!)

2. Por el otro, quizá la más grave y la que al mismo tiempo podría explicarnos mucho de lo que pasa y por qué pasa; es NUESTRA IRESPONSABILIDAD para exigirles que cumplan con su trabajo como servidores públicos. Alguna vez escuché que "EL QUE CUMPLE, EXIGE" y, como acá somos tantos los acostumbrados a no cumplir, que hemos renunciado o bien, nos hemos hecho inmunes a sentirnos moralmente obligados a exigir. Tanto que ya no es raro quien lo hace, sino exótico y hasta mal visto por todos quienes se la quieren seguir 'llevando leve', 'nadando de muertito' y para quienes representan una amenaza a sus micrologros en la escala social construida de 'macchiatos', vacaciones en Orlando, carro último modelo con 60 mensualidades por pagar y más de una tarjeta sobregirada.

3. Por último, que para cerrar este artículo no se me ocurre nada mejor y que encima me parezca tan poca cosa. ¡JA! Ya sé... En cuanto pueda me largo de este país... ¿Que ya lo había dicho? Bueno, pues sí y además se los sostengo.

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